La naturaleza y el bienestar emocional: un reencuentro necesario
Durante años pensé que el bienestar emocional se encontraba en lograr cosas: éxito, estabilidad, aplauso, reconocimiento. Me di cuenta tarde —pero a tiempo— de que ese tipo de bienestar era frágil, se deshacía con el primer viento en contra.
Fue entonces cuando, sin saber muy bien lo que hacía, empecé a caminar más despacio. A mirar el verde de los árboles como quien mira algo sagrado. A respirar el aire limpio como si fuera medicina. Y empecé a sentir algo que hacía mucho no sentía: paz.
La naturaleza no grita. No exige. No te juzga.
Solo está. Y en ese “estar” silencioso nos recuerda algo que muchas veces olvidamos: somos parte de ella. No estamos separados. Cuando volvemos al bosque, a la montaña, al río, estamos volviendo a casa.
Hay algo profundamente sanador en ese reencuentro.
Cuando caminamos por el bosque, cuando dejamos que el sol toque la piel, cuando oímos el viento entre las ramas, el cuerpo se calma. La mente se aquieta. Y, poco a poco, empezamos a bajar las defensas. A dejar de correr. A estar presentes.
El bienestar emocional no siempre se construye con grandes decisiones. A veces comienza con el simple gesto de parar. De respirar. De mirar el cielo un poco más seguido.
No hay receta mágica. Pero hay un camino, y ese camino muchas veces empieza en la naturaleza. No para escapar del mundo, sino para volver a él más enteros. Más centrados. Más humanos.
A menudo escucho esta vivencia en quienes participan en los retiros. Personas que llegan cansadas, con el alma llena de ruido, y que poco a poco van dejando espacio al silencio, al cuerpo, a la verdad de estar simplemente vivos en medio del bosque. Es entonces cuando descubro, una y otra vez, la fuerza sanadora de la naturaleza y el privilegio inmenso de poder acompañar estos procesos en un entorno tan mágico. Porque no es solo el lugar: es lo que despierta en nosotros.
Si sientes que ha llegado el momento de reconectar, de escucharte con calma y de permitirte sanar, este puede ser tu espacio. Ya son muchas las personas que han vivido esta experiencia en nuestros retiros. Quizá tú seas la siguiente. La naturaleza espera, y tú también puedes volver a ti.